La segunda edición de La Cábala y la Alquimia en laTradición Espiritual de Occidente. Siglos XV-XVII de Raimon Arola ha visto su
luz diez años después de su primera edición, también en José J. de Olañeta
Editor (editorial muy importante para los que aman el esoterismo). Raimon Arola
es profesor titular de la Universidad de Barcelona, donde imparte cursos sobre
simbología e iconología, ha escrito muy buenos libros de su temática
docente y es director de Arsgravis.
Este libro de 464 páginas podría ser una tesis doctoral si
nos atenemos a la erudición demostrada por Raimon Arola y por la forma
expositiva escogida. Asimismo estoy convencido de que es una obra muy valiosa
para todos aquellos cristianos con inquietudes esotéricas que ansían conectar
con interpretaciones de los misterios bíblicos a la luz de las tradiciones
cabalísticas y de la alquimia occidentalizadas aunadas en lo que Raimon Arola
denomina cábala alquímica.
Merced, sobre todo, a los estudios de Gershom Scholem, el
devenir histórico de la Cábala judía es hoy suficientemente conocido como para
ser evidente que no existe una doctrina cabalística judía uniforme e inmutable
sino que hubo un desarrollo variado en su evolución temática y formal que todavía
no ha concluido. Pues bien, una de esas ramas provenientes de la Cábala judía
es la cábala cristiana, especialmente la cábala cristiana surgida durante el
Renacimiento con prolongaciones en el período Barroco. Los prolegómenos de esta
cábala alquímica los sitúa Raimon Arola en la configuración de la cábala
cristiana ante todo en Pico della Mirandola y Agrippa von Nettesheim,
unificándose esencialmente en la obra editada por el paracelsiano Franz Kieser Cabala Chymica. Concordantia Chymica. Azot
Philosoph, Solificatum (1606).
No obstante hubo anteriormente libros en los que ya se ponía
en evidencia el intento de complementar ambas tradiciones, como se plasma en la
obra Voarchadumia contra alchimiam del
sacerdote veneciano Giovanni Agostino Pantheo en el primer tercio del siglo XVI
a modo de ciencia cabalística de los metales.
Y esta tradición cabalística-alquímica cristiana, en opinión de Arola, habría concluido con las obras de Thomas Vaughan (1622-1666), aunque Cattiaux la habría “reencontrado” para ser después divulgada públicamente por Emmanuel d'Hooghvorst a partir de 1978 (inicialmente desde su revista Le Fil d’Ariane).
Y esta tradición cabalística-alquímica cristiana, en opinión de Arola, habría concluido con las obras de Thomas Vaughan (1622-1666), aunque Cattiaux la habría “reencontrado” para ser después divulgada públicamente por Emmanuel d'Hooghvorst a partir de 1978 (inicialmente desde su revista Le Fil d’Ariane).
Ahora bien, según Arola, cabe el honor al suizo Paracelso,
“noble viajero”, de ser el gran acuífero
del que manarían fontanas de agua cabalística-alquímica cristiana. “De lo que
no hay duda es de que, a partir de su obra, la alquimia tomará un nuevo talante
y su unión con la cábala será natural, como lo demostrarán los manifiestos
Rosacruces”, asevera Raimon Arola a la par que nos subraya que Paracelso
“escribe sin apoyarse en ningún autor, sólo cita las Escrituras [bíblicas]” y
que sin ser bendecido por Dios con el don del conocimiento [la gracia] le es
imposible al ser humano llegar a ser perfecto, para lo cual –señala Paracelso-
“el hombre debe renacer una segunda vez de la Virgen, por el agua y el
espíritu, y no de la mujer (…) puesto que la carne mortal debe ser abandonada y
sólo la carne vivificante resucitará y entrará en el reino de los cielos”.
Los filósofos cabalísticos-alquimistas rosacruces son los
más citados por Raimon Arola, a mi entender. Al mismo tiempo he creído captar
que la visión fundamental que tiene Arola de esta tradición occidental que
denomina cábala alquimista (y cristiana, añado yo para ser más exacto),
proviene de su admiración –y posiblemente filiación iniciática o espiritual- de
la exégesis realizada por Emmanuel Van der Linden Baron d'Hooghvorst y,
anteriormente, por uno de los “maestros”
de éste, Louis Cattiaux. De esta
“silsila” –por decirlo así- parece provenir la percepción-visión que tiene
Raimon Arola de la Cábala y la Alquimia, en mi opinión.
Me han interesado especialmente algunas partes del libro,
comenzando por el cuarto capítulo en el que habla del “Mundus Imaginalis” donde
tienen lugar las Visiones-Teofanías-Epifanías en el gnosticismo shiita islámico
y sufismo, según Henri Corbin (“Tierra Imaginal” donde “se corporiza el
espíritu y se espiritualizan los cuerpos” al que he dedicado varios capítulos
en mi libro Perdidos en el Mundo Imaginal, otro en Y la vida sigue y dos capítulos en Guía Espiritual y Artística de San Baudelio. Más allá del Paraíso). He subrayado párrafos
de lo que Arola ha escrito en torno al Tetragranmaton, a la identificación
alquimista entre la Piedra Filosofal y Cristo (tema al que Jung dedicó muchas
páginas en su Psicología y Alquimia), y me ha gustado leer las interpretaciones
alquimistas del Pantócrator-Tetramorfos en Nicolás Flamel y George Ripley.
Igualmente me he deleitado con las interpretaciones cabalísticas de esa petición anhelante del Amor Místico del Cantar de los Cantares 1,2 (“Que me bese con los besos de su boca”) que llamó especialmente la atención de San Bernardo de Claraval también. Asimismo me he reencontrado con lecturas que ya conocía del libro de René Taylor sobre el esoterismo del monasterio de El Escorial y de hombres como el arquitecto Juan de Herrera y Benito Arias Montano (1327-1598) y del grupo Familia Charitatis al que perteneció éste.
Igualmente me he deleitado con las interpretaciones cabalísticas de esa petición anhelante del Amor Místico del Cantar de los Cantares 1,2 (“Que me bese con los besos de su boca”) que llamó especialmente la atención de San Bernardo de Claraval también. Asimismo me he reencontrado con lecturas que ya conocía del libro de René Taylor sobre el esoterismo del monasterio de El Escorial y de hombres como el arquitecto Juan de Herrera y Benito Arias Montano (1327-1598) y del grupo Familia Charitatis al que perteneció éste.
Las equiparaciones simbólicas entre los primeros versículos
del Génesis en torno a la creación del Mundo
y de las cuatro etapas de la vida de Cristo con la Gran Obra de la
Alquimia con claves cabalístico-cristianas, son igualmente destacables.
Concluyendo… Repito lo dicho al comienzo: este libro de
Arola es muy valioso para los cristianos amantes del esoterismo en su faceta
cabalística y alquimista. Y también ha
de ser interesante para los estudiosos de las tradiciones occidentales que
penetran en las sutilidades esotéricas.
Ahora bien, el Hermetismo y su aplicación alquimista, decía
Guénon, pertenece al ámbito de los Pequeños Misterios, y así lo sigo estimando
en lo que respecta a Occidente (otra cosa es la Alquimia según la trata Ibn al
Arabi, por ejemplo). Por ello estimo que para los que beben del acuifero de la
No-Dualidad, como lo es eminentemente el Vedanta Advaita, el Juego de la Matricial Imaginación Creadora
tiene en el arbolado y ramas de la Cábala y de la Alquimia un teatro de
operaciones que no trasciende el Mundo Imaginal, siendo éste uno de los “cielos altos”
generados por Maya en los que todavía la consciencia necesita sentirse
corporizada y rodearse de psiquismos corporizados, dotados de formas. Los símbolos y su interpretación, como dicen
maestros contemporáneos como Ramana Maharshi y Nisargadatta, tienen también que
quedar reducidos a cenizas al igual que las concepciones sobre el Dios Creador,
la Creación y el “yo soy fulanito de tal” aunque éste sea considerado como un "imaginalizado" espíritu corporizado en el "Mundus Imaginalis". Pues, como descubriera San Juan de la Cruz, en el ascenso al Monte Carmelo es necesario “no irse arrimando a visiones imaginarias, ni formas, ni figuras, ni particulares inteligencias” (Subida, 2, 16, 10.) .
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