Mis lecturas


MI ALFORJA DE LIBROS
Ángel Almazán

(Texto publicado en mi blog del Mágico Camino de Santiago. Artículo centrado especialmente sobre el simbolismo de las imágenes sacras)


Hemos leído mucho.., demasiado. Y hemos bebido en muchos manantiales.., demasiados.

Citaremos un poco de esta bibliografía que nos ha condicionado en buena parte las miradas con que hemos visto el simbolismo y las cosas.

¡Qué empacho tuvimos en las tres últimas jornadas de julio de 1981. En dos días, nos leímos, a orillas del Duero a su paso por San Esteban de Gormaz (Soria), El mensaje de los constructores de catedrales, de Christian Jacq y François Brunier, dos francmasones. Inmediatamente después cogimos El enigma de la catedral de Chartres, de Louis Charpentier, y lo acabamos en la madrugada del 30 de julio. En septiembre de 1983 nos fuimos hasta Santiago con otro libro de Charpentier bajo el brazo, El misterio de Compostela, y allí lo terminamos de leer en tierras gallegas, en Sanjenjo. También, en este mismo tipo de enfoque interpretativo del simbolismo constructivo leímos algunos años después El misterio gótico, de Gérard de Sède.
Estando en el instituto, en COU, cuando teníamos 17 años , tuvimos un profesor de matemáticas muy atípico: don Vicente Munguía... Su mente era enciclopédica. Pues bien, recuerdo que, en una clase, nos animó a que leyéramos El misterio de las catedrales, de Fulcanelli... Y dos o tres años después lo leímos mientras cursábamos Periodismo en Bellaterra (Barcelona)... 
Lógicamente, el libro siguiente de este autor que había que leerse forzosamente eran Las moradas filosofales. Y así lo hicimos...

¡Caramba...! Resulta que los constructores y, en ocasiones, los patrocinadores de los edificios, cripticamente usaban la iconología de las catedrales góticas y palacetes góticos y renacentisas o neoclásicos para expresar, a sus colegas iniciados, diversos misterios de la alquimia, un Arte Real para la transformación espiritual del ser humano.... ¡Pero en tanto argot alquímico yo, la verdad, me perdía..! 

Durante nuestra etapa universitaria, mientras cursábamos Periodismo, nos adentramos profundamente en la obra del simbólogo, hermeneuta y psicólogo suizo Carl Gustav Jung, al que siguieron sus discípulos más conocidos, algunos de ellos un tanto díscolos en más de un aspecto.

Y durante una veintena de años fuimos junguianos, junguianos, junguianos... Leímos unos sesenta libros de Jung, Marie Louise von Franz, Jolande Jacobi, Edward Eddinger, etc, etc, etc... Y escribimos hasta un larguísimo ensayo sobre la obra de Jung de más de un centenar de páginas, y luego numerosos artículos, algunos de los cuales tenemos en Soriaymas. ¡Hasta interpretamos la iconología artística y las fiestas sorianas desde un enfoque junguiano en la serie El otro lado que nos publicó un periódico local..! ¡Y nos zambullimos en la interpretación de nuestros propios sueños y de otras personas...!

También con un libro de Jung bajo el brazo, Psicología de la transferencia, nos fuimos a Compostela teniendo en la otra mano el libro compostelano de Louis Charpentier.  La interpretación junguiana de la alquimia, ¡sí que la entendía, caramba! ¡y no me perdía en el argot junguiano de los grandes arquetipos -Sí Mismo, Viejo Sabio, Magna Mater, Anima, Animus, Puer Aeternus-, al contrario de lo que nos pasaba con Fulcanelli!
Bien pronto comprendí que el Camino de los Símbolos era el CAMINO por el que se expresa "lo inteligible" en el ámbito humano. El primer diccionario de símbolos que tuve fue el de Juan Eduardo Cirlot, en su quinta edición del año 1982. Me deslumbró, ciertamente, pero todavía lo hizo mucho más la enciclopédica obra coordinada por Jean Chevalier y Alain Ghherbrant, de la que tenía referencias en su edición original francesa por una conversación que mantuve, siendo estudiante de Periodismo, con el ensayista y cofundador del Círculo Junguiano de Barcelona, Juan García Font. Así que, en cuando se publicó en español (1985) me hice con un ejemplar que me ha servido mucho en mi Caminar.

Son, por supuesto, dos libros que aconsejo sin dudarlo un momento. Pero no son los únicos... Veinte años después me adentré en otros autores estudiosos de los libros, y en lo que respecta al simbolismo cristiano leí especialmente a Olivier Beigbeder (su pequeña gran obra "La simbología", en editorial Oikos.Tay" es destacable) y al gran Louis Charbonneau-Lassay.

Si el enfoque de Mircea Eliade sobre las religiones, sus rituales, mitos y símbolos, comenzó a ser uno de los maestros "espirituales" que han conformado buena parte de mi "cosmovisión" desde mi época universitaria en Barcelona (cuando compré Lo sagrado y lo profano), y si Jung fue, al mismo tiempo, otro de los "maestros" en Psicología Profunda y antropología simbólica coetáneamente a Eliade, ambos quedaron gradualmente complementados por el esoterismo tradicional de René Guénon, al que comencé a leer en serio en 1990 a través de Símbolos fundamentales de la ciencia sagrada, y del que, al día de hoy, he leído prácticamente todo lo que escribió.

Puede decirse que soy, en cierta medida, guenoniano en muchas de mis percepciones sobre el esoterismo. No lo puedo negar. Es así. Pero este guenonismo ha quedado bastante condicionado y secundario ante el nuevo marco conceptual en el que me muevo: el Vedanta de la No Dualidad

Si en esoterismo, en general, es René Guénon el "polo" del que emana mi forma de comprender las diversas doctrinas esotéricas (taoísmo, masonería, compañerísmo de los constructores, esoterismo cristiano...), en lo que respecta al sufismo el maestro por excelencia es el gran andalusí Ibn al Arabi, que ha sido mi "polo" para interpretar símbolos islámicos diversos, especialmente en la arquitectura, como he mostrado muy especialmente en mi libro Guía espiritual y artística de San Baudelio.
También he leído a otros espirituales islámicos (sobre todo Rumi), pero es Ibn al Arabi el maestro al que me siento más cercano. La gnosis shiita dodecimana también me ha fascinado, lo confieso y buena parte de la "culpa" la tiene Corbin.
Ahora bien..., todo, todo, todo... lo leído, ha quedado "hecho polvo" ante la claridad expositiva del mayor de los maestros vedantinos advaitas del siglo XX: Sri Bhagavan Ramana Maharsi.

Sí.. he leído a Sankara, Nisargadatta, Balsekar.., pero es Ramana Maharsi por el que siento especial afinidad en su exposición metafísica, porque de lo que él habla es pura metafísica que te hace ver que todo lo demás son conceptos mentales, conceptos mentales, conceptos mentales... 

Me siento afín a la línea "iniciática" -si me permite este término conceptual mental- que proviene de Ramana Maharsi, prosigue por Sri Muruganar, continúa con Sri Sadhu Om, llega a Michael James y, en España, la recoge Pedro Rodea.  

En mi libro Y la vida sigue, queda expresada mi admiración por Ramana Maharsi y doy un repaso a algunas de las enseñanzas vitales que aprehendí de anteriores maestros anteriores a mi inmersión en el Vedanta (Jung, Eliade, Guénon..).