domingo, 13 de enero de 2013

Historia de los métodos de meditación No Dual


Historia de los métodos de meditación No Dual es un extraordinario libro escrito por Javier Alvarado con el que Ignitus-Sanz y Torres ha querido proseguir su Colección Blanca. A lo largo de 616 páginas su autor nos resume lo más esencial de la Meditación No Dual como evidencia su exhaustivo índice.

Queremos en esta reseña transcribir a continuación las primeras páginas de esta magnífica obra.

NOTA INTRODUCTORIA DEL AUTOR

Este libro tiene por finalidad el estudio de ciertos métodos de meditación seguidos no solo por tradiciones religiosas o movimientos metafísicos que continúan vivos actualmente como el vedanta advaita, la cábala (dentro de la tradición judía), el cristianismo o el islam (particularmente el sufismo), sino practicados también por otras corrientes o escuelas que, aunque ya desaparecidas, influyeron significativamente en Occidente. Es el caso del neoplatonismo o del estoicismo cuya influencia se dejó sentir en el cristianismo antiguo y medieval, o del hermetismo grecoegipcio que tuvo un papel destacado en el Renacimiento cultural europeo a partir del siglo XV. Especial consideración se ha dado a la tradición cristiana mostrando algunos de los autores más representativos del recogimiento y de sus métodos de meditación.

El objeto de este estudio puede parecer paradójico. De un lado suele afirmase que los métodos se transmiten de maestro a discípulo y se custodian en cofradías y linajes espirituales. Pero, de otra parte, también se afirma que no existe método alguno y que todo ello no es más que una invención de la mente o, si se prefiere, del ego, que disfruta entreteniéndose con las ideas de “búsqueda”, “progreso espiritual”, “Iluminación”, etc. De hecho, algunos sabios hablan del método como un no-método, pues, en rigor, ¿qué método puede haber para ir de mí mismo a mí mismo?

Pero si el Espíritu no necesita progresar ni encontrar nada, ¿quién es entonces el que busca y quien es el que es encontrado? Al final parece que el método no se encamina a obtener nada (pues lo que buscamos ya lo tenemos) sino a despojarnos de lo que, erróneamente, creemos que somos... Ante tamañas cuestiones, la empresa de escribir un libro sobre este asunto parece, a primera vista, demasiado ambiciosa. Advirtamos de entrada, no obstante, que al adoptar el punto de vista historicista, ni siquiera es necesario resolver el Enigma... basta con señalar la existencia de la paradoja.

Precisamente el punto de vista histórico-crítico es el más adecuado para introducirse desde fuera en ese sutil universo. No obstante lo anterior, se advierte que la exposición temporal obedece a fines meramente utilitarios que no prejuzgan o implican la aceptación de una historia evolutiva de la espiritualidad, el misticismo, el esoterismo o que tal evolución resida exclusivamente en influencias o préstamos que hayan pasado de una tradición a otra. Por el contrario, las similitudes de las descripciones de las denominadas experiencias místicas también se deben a la existencia de dimensiones o estados supraindividuales fuera del tiempo y del espacio propiamente humanos que pueden ser transcendidos o rebasados hic et nunc en determinadas circunstancias.

Por eso, quienes en nuestros días han vivido o reproducido una tal experiencia y han conectado con Eso o sido tomados por esa Fuente, lo han hecho de la misma manera que lo experimentaron los ascetas, sabios, magos o filósofos de hace siglos. La Fuente es la Misma y Única, y el momento es siempre Ahora.

En nuestro deseo de respetar el pensamiento original de los autores aquí estudiados, hemos seleccionado los textos más significativos de ciertas obras guiando al lector por un determinado itinerario con algunas glosas procurando permanecer siempre detrás del discurso originario. Al respecto, una de las dificultades que encontramos al intentar profundizar en el pensamiento de autores antiguos proviene del diferente sentido que confieren a conceptos como “Dios”, “alma”, “místico”, “método”, “conocimiento espiritual”, etc. Ante tal pluralidad de significados nos ha parecido más adecuado respetar el vocabulario utilizado por cada autor efectuando, en algunos casos, algunas aclaraciones. Es el caso, por ejemplo, de la palabra “mystika”, tan polifacética hoy en día, y que hemos procurado recuperar en su sentido estrictamente etimológico. En efecto, palabras como “místico”, del griego mystikos, al igual que «mito» o «misterio»,  mustêrion, o silencio, mueô, lo referente a los misterios (ta mystika), es decir, a las ceremonias mistéricas, el iniciado (mystes), el adverbio mystikos (secretamente), proceden del verbo myo. Este verbo se origina del sonido onomatopéyico derivado de la acción de cerrar fuertemente los labios para no articular sonido alguno.

Por tal motivo, tradicionalmente, la palabra “mística” o “misticismo” ha designado la “ciencia del misterio”, la “ciencia de los iniciados” y, más expresivamente, la «disciplina del silencio», entendiendo por silencio o secreto no solo aquella “experiencia” espiritual que, por su propia naturaleza, es «inexpresable» e «incomunicable», sino también un cierto método y técnica para facilitar el paso de la meditación en formas y objetos hacia la meditación pura o contemplativa, es decir, exenta de pensamientos. Ilustres sabios como Guénon han mostrado su rechazo a emplear la palabra “mística”referida al ámbito metafísico con el argumento de que “el sentido actual de la palabra mística está demasiado alejado de su acepción etimológica como para permitir volver a ella”, proponiendo sustituirla por la de “esotérico”, “iniciático” o “metafísico”.

Sin embargo, la palabra “esoterismo”, asumible en la época de Guénon (primera mitad del siglo XX), ya no resulta tan clarificadora a comienzos del XXI debido a su indiscriminado uso en todo tipo de ámbitos. Otro tanto sucede, aunque en menor medida, con el empleo del término “iniciático”, o “metafísico”, que han sido privados de todo contenido espiritual y se utilizan fundamentalmente en un sentido filosófico especulativo cuando no vulgar. Ello explica que retomenos las palabras “mystika” y “mystes”, en su sentido originario. Lo mismo acontece con el uso indiferenciado de palabras como “espíritu” y “alma” que se hace en numeras obras antigüas y modernas siendo, no obstante, dos conceptos totalmente distintos. También aquí hemos respetado la terminología de cada autor.

Bien es verdad que en la tradición religiosa judeocristiana se distingue entre ruach (espíritu), el alma (heb. néfesch) y el cuerpo, de modo que, mientras que el alma o néfesch muere con el cuerpo, la ruach (espíritu) es inmortal. Sin embargo, como ruach y néfesch fueron traducidas ambas al griego como ψυχή (psykhé) y al latín como ánima (alma), muchos místicos han utilizado las palabras “alma” o “espíritu” como sinónimas.

También los estoicos distinguían entre cuerpo (soma), alma (psiqué) y espíritu (hegemonikón). Igualmente, algunos autores tradicionales hacen la distinción entre el “Ser que causa el Ser” (es decir, el Dios antes de la aparición de Dios y que en el Antiguo Testamento se denomina Yahweh) y el “Ser” mismo, lo que equivale a la distinción que en la India se hace entre  Parabrahman (es decir, lo que está más allá de “Yo soy”) y Brahman (“Yo soy”), o la que Eckhart hacía entre la Divinidad (antes de la aparición de la Creación) y Dios (como creador). El que tales distinciones respondan a una realidad metafísica o sean más bien constructos mentales de utilidad pedagógica, es cuestión que veremos más adelante.

Hechas estas consideraciones, pasemos a comentar algunos de los autores, episodios y textos representativos del camino metafísico

2 comentarios:

  1. Sencillamente MAGNIFICO

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  2. http://www.scribd.com/doc/165027739/Historia-de-Los-Metodos-de-Meditacion-No-Dual-Alvarado-Javier

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